Desde finales de la década de 2000, investigadores en Nueva Zelanda y Argentina comenzaron a cuestionar el método tradicional. En lugar de esperar la floración (10% de floración), se propuso un nuevo paradigma: iniciar el pastoreo cuando la altura promedio de la alfalfa alcanza los 20 centímetros. Este cambio, aparentemente simple, ha demostrado tener un impacto profundo en la productividad.
Esta nota surge de la presentación que el investigador Germán Berone, del INTA Balcarce, realizó en la pasada edición de ExpoAlfa en Esperanza (Santa Fe).
Un experimento clave, desarrollado en el INTA General Villegas, comparó el manejo tradicional (pastoreo al 10% de floración, rotación cada 30-40 días) con el nuevo enfoque (pastoreo a 20 cm de altura, rotación más frecuente, 15-25 días). Los resultados fueron sorprendentes: el nuevo método generó una mayor producción de pasto, permitiendo una mayor carga animal por hectárea.
A pesar de una pequeña diferencia en la ganancia diaria individual (600 gramos vs. 560 gramos), la mayor carga animal resultó en una diferencia de producción de carne de 150 kilos por hectárea durante dos años. De estos 150 kilos, 38 se atribuyeron al inicio anticipado del pastoreo, mientras que 75 kilos se debieron a la mayor carga animal y 37 kilos a la mayor ganancia individual.
Este experimento demostró que “esperar la floración implica una reducción del 30% en la producción de pasto”. La clave reside en la primera vuelta de pastoreo: un manejo eficiente en esta etapa es crucial para el éxito del resto de la primavera.
La altura del pasto se presenta como un indicador práctico y eficiente para determinar el momento óptimo de inicio del pastoreo. No solo es un indicador de la cantidad de forraje disponible, sino también de su calidad.
Estudios demuestran que una altura de 30-40 centímetros garantiza una digestibilidad del 70-90% del forraje cosechable. La altura regula la calidad de la planta de alfalfa, siendo el principal determinante de las variaciones en su digestibilidad.
Otro desafío abordado en las investigaciones fue la disminución de la ganancia de peso en verano debido al calor. Experimentos en zonas calurosas y húmedas demostraron que asignar más pasto por animal, dejando un remanente de aproximadamente la mitad de la oferta (40 cm de entrada, 20 cm de salida), mitiga el estrés por calor y mantiene altas ganancias de peso (900 gramos vs. 740 gramos en un experimento de dos meses).
Finalmente, se analizó el impacto del descanso de otoño. En el sudeste de Buenos Aires, donde la radiación solar se concentra en los meses de verano, el descanso de otoño tradicional (alargar el intervalo entre pastoreos) mostró un beneficio significativo en la producción, la estabilidad entre años y el vigor de las plantas.
El descanso temprano (febrero-marzo) resultó en una mayor producción de pasto durante todo el año, especialmente en invierno, con un rebrote notable de 3000 kilos de pasto en 50 días (julio-agosto) en comparación con 600 kilos en plantas sin descanso.
En conclusión, el manejo del pastoreo de alfalfa basado en la altura del pasto representa un enfoque innovador y eficiente. Este método, respaldado por investigaciones y datos concretos, permite maximizar la producción de carne, mejorar la utilización del forraje y asegurar la sostenibilidad del sistema productivo.
La altura del pasto, un indicador simple y fácilmente medible, se convierte en una herramienta clave para la toma de decisiones en el manejo del pastoreo, optimizando la eficiencia y la rentabilidad de la producción ganadera.