Este encuentro estratégico reunió a dos empresas claves que, desde diferentes escalas y orígenes, encarnan la evolución de la industria hacia un nuevo paradigma de valor y alcance global.
Por un lado, Nicolás Maico y Guillermo Borrajo, representantes de Alfalfa y Forrajes de la Patagonia (Nafosa), de capitales españoles; por otro, Gabriel Olocco, titular de Alfalfar, una empresa familiar cordobesa.
Ambas compañías, miembros de la Cámara Argentina de la Alfalfa, compartieron una visión cohesionada y contundente, dejando claro que la apuesta por la alta calidad y la diversificación hacia los mercados de exportación son los pilares que definen el presente y el futuro de la industria nacional.
El argumento cuantitativo por la calidad
La presentación de Nicolás Maico y Guillermo Borrajo para Nafosa fue una clase que desglosó con datos concretos por qué la calidad no es una aspiración, sino una necesidad económica para competir en el escenario global.
Su análisis contrastó el mercado interno, con una demanda estable pero de calidades variables para segmentos como Feedlots, frente al mercado de exportación, caracterizado por dos factores críticos: una exigencia de alta calidad y una demanda que se mantiene insatisfecha. Este contexto estratégico es el que valida la inversión en profesionalización y tecnología.
Para atender a ese mercado global, el contraste entre los megafardos y los rollos es elocuente. Destacaron que los megafardos, formato predilecto para la exportación, permiten una eficiencia logística superior, alcanzando las 22 toneladas por camión frente a las 14 toneladas que se logran con rollos. Esta diferencia se traduce en una optimización de costos y procesos desde el campo hasta el puerto.
El argumento económico para «apostar por la calidad» se volvió irrefutable al analizar el impacto financiero. Basándose en un caso práctico, se ilustró cómo una diferencia de 40 USD por tonelada entre una calidad Premium y una Fair, sumada al ahorro en fletes, genera un beneficio adicional de 41,456 USD en una operación de 1000 toneladas.
Esta cifra demuestra que cada punto porcentual de proteína y cada mejora en las características del heno se monetizan directamente, premiando al productor que invierte en profesionalismo. La conclusión de su exposición, enfática y clara, resume la filosofía que impulsa al sector:
«La calidad pesa. La calidad vale. La calidad abre puertas a nuevos negocios»
Este análisis cuantitativo del «porqué» es crucial invertir en calidad encontró su complemento perfecto en la narrativa de Gabriel Olocco, quien explicó el «cómo» una empresa familiar puede recorrer exitosamente ese camino.
Del campo familiar al mercado global
El caso de Alfalfar, liderado por Gabriel Olocco, es el ejemplo tangible de la evolución de un productor argentino hacia el competitivo mercado de exportación. Su historia ilustra la visión, la perseverancia y las decisiones estratégicas que se requieren para transformar una explotación tradicional en un proveedor de talla internacional.
Alfalfar nació como una empresa familiar en San Esteban, Córdoba, dedicada inicialmente a la ganadería. Su búsqueda por la excelencia forrajera comenzó temprano, participando en el proyecto INTA PROPEFO entre 1994 y 1998 para mejorar la alimentación de sus propios animales. El punto de inflexión llegó en 2009 con la adquisición de su primera megaenfardadora, una inversión que no solo incrementó la calidad del forraje conservado, sino que optimizó radicalmente la eficiencia del transporte.
Tras abandonar la actividad tambera en 2011 para enfocarse en la producción agrícola-forrajera, la empresa dio su primer paso en el comercio exterior con una experiencia exportadora inicial en 2013.
Hoy, Alfalfar exporta 2000 toneladas anuales a países limítrofes, pero su visión no se detiene ahí. La compañía se encuentra en negociaciones activas para abrir nuevos mercados en Latinoamérica y Medio Oriente, demostrando un crecimiento sostenido y una clara ambición global.
Esta trayectoria se fundamenta en una misión bien definida: «crear un producto adecuado a la demanda de cada uno de nuestros clientes, tanto del mercado interno como externo, pudiendo brindarles una oferta constante en calidad y cantidad». La experiencia de Alfalfar no es un hecho aislado, sino la materialización de una filosofía que está ganando fuerza en todo el sector.
Más allá de las estrategias individuales de Nafosa y Alfalfar, las presentaciones en ExpoAlfa revelaron una filosofía compartida que actúa como motor de la industria alfalfera en su conjunto. Ambas exposiciones, aunque distintas en su enfoque, convergieron en dos puntos fundamentales que definen la nueva era del sector en Argentina.
«Entendimos que sólo no se puede».
El primer pilar es el foco innegociable en la calidad. Los disertantes subrayaron que la calidad no es solo un atributo del producto, sino el principal generador de confianza y valor en las relaciones comerciales a largo plazo. El segundo pilar es la orientación estratégica hacia la exportación. Este mercado se presenta no solo como una oportunidad de crecimiento, sino también como una fuente de estabilidad, gracias a una demanda insatisfecha y constante que contrasta con la variabilidad del mercado interno.
Este alineamiento estratégico es el resultado de un espíritu colaborativo que, en palabras de Gabriel Olocco, se resume en una lección fundamental para el sector: «Entendimos que sólo no se puede».