Producir forraje en la cuna del queso manchego

Barciles Forrajes genera, en la provincia española de Toledo, una producción de alta calidad para abastecer un mercado que requiere alimentos premium. Un equipo de TodoAlfalfa dialogó con Luis Lázaro, gerente comercial de la empresa.

En el corazón de la provincia de Toledo, a tan solo 50 kilómetros de Madrid, se encuentra la cuna del queso manchego, un ecosistema donde la ganadería de alta calidad es ley. Allí, en la localidad de Año de Retajo, es donde la empresa Barciles Forrajes S.L. ha desarrollado un modelo de producción de alfalfa que, por su intensidad y precisión, se distingue notablemente de otros métodos, como los aplicados en Argentina. 

Un el marco de la gira alfalfera, un equipo de TodoAlfalfa entrevistó a su gerente comercial, Luis Lázaro, quien nos brindó un panorama y reveló una fórmula que combina agronomía de precisión, eficiencia logística y una profunda comprensión de las necesidades del mercado local y global.

¿La empresa Barciles Forrajes tiene la fórmula española de alta intensidad para una alfalfa de calidad premium?

La ubicación de Barciles Forrajes no es una casualidad, sino una decisión estratégica fundamental. Estar «rodeados de vacas, de cabras y de ovejas» define su misión principal: proveer alimento de primera calidad para la industria del queso manchego, un mercado exigente y de alto valor. Esta proximidad a una alta concentración de ganado configura el núcleo de su negocio y su enfoque en la excelencia.

Para abastecer a esta demanda, la empresa se especializa en dos cultivos forrajeros clave: la alfalfa y el reygrass. Según explica Luis Lázaro, la elección entre uno y otro no es arbitraria, sino que responde a «lo que la rotación del cultivo te va pidiendo, sobre todo lo que te va pidiendo la tierra». 

Este manejo agronómico se basa en ciclos bien definidos: la alfalfa se mantiene en producción durante 4 o 5 años, mientras que el reygrass, al ser un cultivo anual, requiere una siembra cada temporada.

Para alimentar su planta procesadora, Barciles gestiona terrenos propios, parcelas alquiladas y acuerdos con agricultores asociados de la zona. Es a partir de esta base productiva donde comienzan a manifestarse las particularidades de su modelo, empezando por la preparación misma del suelo.

Un modelo de siembra y corte que desafía lo convencional

El método de cultivo de Barciles Forrajes se diferencia significativamente de las prácticas más extendidas en aspectos clave como la preparación del suelo, la densidad de siembra y la estrategia de corte. 

Esta filosofía de alta intensidad y control se manifiesta desde el primer momento en que el tractor entra en el campo.

El proceso comienza con una preparación meticulosa del terreno. La empresa concede una importancia capital al arado profundo, una labor que busca, en palabras de Lázaro, «darle bien la vuelta a la tierra» para subir a la superficie la capa más fértil y rica en nutrientes del suelo.

A continuación, se aplica una de las prácticas más sorprendentes de su modelo: una dosis de siembra de 50 kg de semilla por hectárea, tanto para la alfalfa como para el reygrass. Este dato, que contrasta fuertemente con las densidades utilizadas en otras regiones productoras, revela una apuesta por una altísima densidad de plantas desde el inicio. 

Para ello, utilizan dos métodos. El primero es una sembradora específica para alfalfa que injerta la semilla a una profundidad controlada a unos 2 centímetros. El segundo es el uso de una abonadora para esparcir la semilla, seguido de un rulo para enterrarla ligeramente. 

La clave técnica, independientemente del método, es no profundizar demasiado, asegurando que la semilla conserve la fuerza, o el «punch», necesario para romper la capa superficial del suelo y emerger con vigor.

Una estrategia de cortes agresiva para maximizar la proteína

La filosofía de intensidad se extiende a la cosecha, con un calendario de cortes diseñado para maximizar la calidad y minimizar los riesgos climáticos. La estrategia se despliega de la siguiente manera:

1. Primer corte («de limpieza»): Se realiza a los 90 días de la siembra, generalmente a finales de marzo. Su propósito principal es eliminar las malas hierbas que han crecido durante el invierno, asegurando un campo limpio para los siguientes ciclos.

2. Segundo corte: Ocurre entre 40 y 45 días después del primero, una vez que el cultivo se ha establecido plenamente.

3. Cortes sucesivos: A partir del segundo, los ciclos se acortan drásticamente, realizándose cada 25 a 28 días.

El razonamiento estratégico detrás de esta alta frecuencia es claro y directo: «intentar hacer cortes cortos de pocos días para intentar que el alfalfa no pierda proteína». Además, este ritmo agresivo les permite asegurar la recolección de seis cortes antes de finales de agosto, evitando así las lluvias de septiembre y octubre, que representan un riesgo significativo para la calidad del forraje.

Este meticuloso control en el campo es igualado por la precisión logística y tecnológica aplicada una vez que la alfalfa deja la gavilla y entra en la planta.

De la gavilla al fardo: Eficiencia logística y tecnología en planta

La filosofía de calidad y eficiencia de Barciles Forrajes no termina en el campo; se extiende al secado, la logística y el procesamiento industrial del forraje. Cada paso está optimizado para preservar las cualidades del producto.

Un pilar fundamental de su proceso es el secado natural. Luis Lázaro es categórico al respecto: «el que tiene que secar no es el tromen… sino es el sol». 

Esta dependencia del sol tiene un doble beneficio: por un lado, reduce significativamente el consumo de gas en la planta deshidratadora y, por otro, garantiza un secado más natural que evita el deterioro que puede sufrir la alfalfa con métodos artificiales. 

Los tiempos de secado varían: el primer corte puede permanecer en el campo entre 8 y 10 días, mientras que los cortes posteriores solo necesitan unos 5 días.

La logística de recolección está igualmente optimizada. El radio de operación ideal no excede los 20 kilómetros desde la planta. La razón es simple: «el tractor y el remolque cuando está en carretera transportando no está trabajando». 

Este enfoque en minimizar el tiempo de viaje no es solo una cuestión de eficiencia; es una respuesta directa a las estrechas ventanas operativas dictadas por la humedad ambiental. En días en que las condiciones son adecuadas para recolectar solo durante unas pocas horas, una hora perdida en tránsito puede significar toneladas de forraje sin recoger.

Una vez en la planta, una innovación tecnológica clave distingue su proceso: un sistema de enfriamiento artificial. Utilizan un equipo con dos motores que emiten frío para enfriar la alfalfa justo antes de ser empacada en la prensa. Este paso es crucial para preservar la calidad, ya que previene el daño por calor durante el proceso de compactación a alta presión y asegura la estabilidad del producto final.

El resultado final de este meticuloso proceso son balas cuyo formato está perfectamente diseñado para satisfacer las demandas de mercados muy específicos.

Un producto a medida del mercado local y exterior

La inteligencia de mercado de Barciles Forrajes se materializa en su capacidad para producir dos formatos de bala distintos, lo que les permite atender con precisión las demandas de dos mercados completamente diferentes: el nacional y el de exportación.

Mercado NacionalMercado de Exportación
Formato de Bala: 800 kg.Formato de Bala: 400 kg.
Razón: Las explotaciones ganaderas españolas están preparadas y equipadas para manipular balas de gran tamaño.Razón: Compite con el formato estándar de EE. UU. y facilita la logística a pequeños ganaderos que pueden cargar los paquetes en una camioneta pickup.
Mercados Destino: Principalmente el mercado español.Mercados Destino: Países como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.

Para el ganadero local, que constituye su principal cliente, los parámetros de calidad son claros y exigentes. Lo que buscan en el producto final incluye:

• Parámetros visuales y nutricionales: Color, proteína, humedad y fibra.

• Sanidad: Ausencia total de aflatoxinas, un requisito no negociable, especialmente para explotaciones lácteas cuyo producto final se destina al consumo humano.

Barciles Forrajes responde a estas exigencias con un producto que consistentemente ofrece especificaciones de alta gama, con un rango de proteína del 18.5% al 20% y un Valor Relativo del Forraje (VRF) de entre 140 y 160.