“El futuro de la alfalfa no está solo en el forraje, sino en su capacidad para prestar servicios ecológicos cruciales para una agricultura sostenible”, destacó en diálogo con TodoAlfalfa Charles Brummer, experto estadounidense y miembro del comité científico del Congreso Mundial de Alfalfa.
El especialista fue quien coordinó, junto a Ariel Odorizzi, la sesión sobre cambio climático y sostiene que el verdadero potencial de la leguminosa reside en una combinación de su función tradicional como alimento para animales y su creciente importancia para la salud de los ecosistemas.

Para Brummer, los congresos internacionales son catalizadores estratégicos para el avance científico y la colaboración en el sector agrícola, y la experiencia en el reciente Congreso Mundial de Alfalfa es un claro ejemplo de ello.
Estos eventos actúan como un punto de encuentro crucial donde las ideas convergen, se validan y se impulsan hacia la siguiente fase de innovación.
Brummer califica el congreso como «fantástico», una evaluación que fundamenta en la capacidad del evento para conectar a la comunidad científica y productiva global. Según el experto, los beneficios clave de este tipo de encuentros son:
• Conexión internacional: Facilitan el encuentro con colegas de todo el mundo, permitiendo conocer personalmente a investigadores y productores de los que antes solo se tenía una referencia lejana.
• Aprendizaje colaborativo: Ofrecen una oportunidad única para aprender de primera mano cómo otros países están abordando los desafíos de la producción y el mejoramiento genético de la alfalfa.
• Impulso a la innovación: Permiten identificar «quién está haciendo cosas buenas» y qué áreas se pueden mejorar, acelerando así el ciclo de la innovación a través de la experiencia compartida.
Este intercambio de conocimientos y experiencias no solo fortalece la red profesional, sino que también sienta las bases para las discusiones más profundas sobre la dirección que debe tomar el cultivo en las próximas décadas.

Genética al servicio del ecosistema
El paradigma en la valoración de la alfalfa está cambiando. Más allá de su papel consolidado como forraje de alta calidad, expertos como Brummer están enfocando la investigación en su enorme potencial para ofrecer servicios ecológicos que son fundamentales para la agricultura del futuro.
La visión de Brummer es clara: la alfalfa tiene «muchos beneficios más allá de ser solo alimento para animales». Argumenta que el futuro del mejoramiento genético debe concentrarse en potenciar estas capacidades para incrementar su valor integral. Su perspectiva se estructura en dos pilares fundamentales:
• Beneficios medioambientales: La alfalfa puede prestar servicios ecológicos cruciales. Brummer destaca específicamente su capacidad para almacenar carbono en el suelo y su impacto positivo como pilar en los sistemas de rotación de cultivos, mejorando la salud y la sostenibilidad del sistema agrícola en su conjunto.
• Incremento del valor y la superficie: Al mejorar genéticamente estas capacidades medioambientales, se aumentará el valor intrínseco de la alfalfa. Según Brummer, este aumento de valor es la clave para que los países reconozcan la importancia estratégica de la alfalfa, lo que a su vez impulsará un aumento en la superficie sembrada a nivel global.
Esta visión global sobre el potencial ecológico de la alfalfa encuentra en Argentina un ejemplo concreto de excelencia productiva y un modelo a seguir.
Argentina, un referente en producción y oportunidad de aprendizaje
Cuando un experto de la talla de Charles Brummer elogia los sistemas productivos de un país, el mensaje resuena en toda la comunidad internacional. En sus comentarios, Argentina no solo se posiciona como un productor líder, sino como un modelo innovador del cual potencias agrícolas como Estados Unidos pueden extraer valiosas lecciones.
El análisis de Brummer sobre las prácticas argentinas es detallado y resalta dos áreas clave:
• Elogio a los sistemas productivos: El especialista expresa su admiración por los «grandes sistemas de producción de alfalfa» del país. Su reconocimiento abarca tanto la producción de heno para conserva como el pastoreo directo, una práctica de la que se declaró un firme defensor. Esta dualidad demuestra la versatilidad y eficiencia del modelo argentino.
• Modelo de innovación para EE.UU.: Brummer va más allá del simple elogio y señala que existen prácticas en Argentina que podrían replicarse para fortalecer los sistemas estadounidenses. Su afirmación de que «hay prácticas que ustedes aplican y que, en mi opinión, podríamos implementar para mejorar en Estados Unidos» abre la puerta a una valiosa oportunidad de aprendizaje y colaboración bilateral.
La visión integral y optimista de Charles Brummer refuerza una idea central: la alfalfa está destinada a desempeñar un papel cada vez más protagónico en los sistemas agrícolas sostenibles del futuro. En este escenario global, Argentina no es solo un jugador importante, sino un referente de innovación y eficiencia productiva del que el mundo tiene mucho que aprender.
El evento fue una oportunidad excepcional para establecer contactos globales y aprender sobre las diversas técnicas de mejora y producción de alfalfa utilizadas por diferentes países. Una parte clave de la conversación se centra en la evolución genética de la alfalfa y cómo debe valorarse por sus servicios ecológicos y medioambientales, como el almacenamiento de carbono en el suelo, más allá de ser solo alimento para animales.
Sostiene que reconocer estos beneficios aumentará el valor y la importancia del cultivo en los sistemas agrícolas. Finalmente, expresa su admiración por los sistemas de producción argentinos, especialmente en el pastoreo, sugiriendo que las prácticas observadas en Argentina podrían adoptarse para lograr mejores resultados en los Estados Unidos.
