En la previa de ExpoAlfa Córdoba, la empresa Gentos organizó una charla en la que puso a la alfalfa en el centro de la escena. La “reina de las forrajeras” es un pilar fundamental en la alimentación de los tambos argentinos, pero su máximo potencial a menudo permanece sin explotar.
Fabián Morales, Gerente de Desarrollo de Gentos, propone una nueva visión que desafía las prácticas tradicionales y redefine el valor de esta forrajera.
Lejos de ser una simple cuestión de kilos de materia seca, el enfoque de Gentos se centra en una pregunta clave para cualquier productor lechero: ¿Cómo puede una nueva perspectiva sobre la genética y el manejo de la alfalfa incrementar directamente la rentabilidad del negocio?
La respuesta de Gentos es contundente: la clave no es solo producir más forraje, sino maximizar su aprovechamiento real. Este objetivo se logra con una estrategia dual: genética de vanguardia seleccionada bajo pastoreo y un manejo de precisión que se adapta al ciclo de la planta. Esta estrategia integral busca resolver el problema fundamental que enfrentan los sistemas pastoriles con las alfalfas tradicionales.
El paradigma tradicional y sus limitaciones
Para comprender la innovación propuesta, es crucial entender por qué las genéticas de alfalfa tradicionales, desarrolladas en gran medida para sistemas de corte (henificación), no son óptimas para el pastoreo directo. Ambos sistemas productivos imponen demandas radicalmente diferentes sobre la planta, lo que requiere enfoques de mejoramiento genético distintos.
Un doble enfoque en genética y manejo
La estrategia de Gentos se presenta como una solución integral que ataca el problema desde dos frentes simultáneos: el desarrollo genético y la práctica agronómica. La compañía se planteó un «doble desafío»: por un lado, buscar la máxima producción de forraje y, por otro, garantizar el máximo aprovechamiento de ese forraje por parte del animal, seleccionando los materiales genéticos directamente bajo condiciones de pastoreo.
Genética seleccionada para el pastoreo
La filosofía de mejoramiento de Gentos se aleja del modelo tradicional para enfocarse en la máxima producción y persistencia en el contexto real del tambo. Esto implica un riguroso proceso de selección y evaluación bajo pastoreo, donde los materiales genéticos son sometidos a las mismas presiones que enfrentarán en un lote comercial.
Para lograrlo, la compañía integra una red de ensayos en Argentina con conocimiento y genética de vanguardia proveniente de centros de investigación internacionales de referencia, como los de California (EE. UU.) y Nueva Zelanda, adaptándolos a las condiciones locales.
El Innovador manejo «8-14»
La mejor genética necesita del manejo adecuado para expresar todo su potencial. Por ello, Gentos propone abandonar la regla tradicional de esperar al 10% de floración y adoptar un sistema flexible denominado «Manejo 8-14».
Este método ajusta la frecuencia de pastoreo según la época del año para optimizar tanto la calidad del forraje como la salud de la pastura.
El manejo tradicional, enfocado en el 10% de floración, a menudo resulta en pasturas con un 60% de tallos, baja digestibilidad, alto rechazo por parte del animal y una dilución de la proteína.
En contraste, el manejo «8-14» se divide en dos fases claras para evitar estos problemas:
• Primavera (Fotoperíodos crecientes): Se recomienda ingresar a la pastura de manera temprana, cuando la planta tiene entre 8 y 10 nudos. El objetivo es priorizar la calidad y la eficiencia de cosecha. El resultado es un forraje de alta relación hoja/tallo, alta digestibilidad y mayor consumo, concentrando la proteína que se traducirá en leche.
• Otoño (Fotoperíodos decrecientes): El ingreso se retrasa hasta que la planta alcanza los 12 o 13 nudos. La razón es simple y fundamental: «En otoño la planta quiere armar sus raíces. Pastoreando frecuentemente interrumpimos el proceso y comprometemos su persistencia y producción futura». Este descanso adicional permite que la alfalfa acumule reservas, asegurando su longevidad y productividad.
La validación a campo es el paso final para demostrar el valor de cualquier innovación. Gentos llevó a cabo el ensayo «Desafío Santa Fe» en el campo «El Chacal» de la Familia Delbino en Colonia Raquel, un escenario comercial donde se pudo medir el impacto real de la genética en condiciones idénticas. En un mismo lote y con el mismo manejo, se compararon tres tipos de genética de alfalfa, demostrando que la única variable era el material sembrado.
Los resultados de producción de materia seca (MS) a lo largo de dos años fueron contundentes:
En comparación con la genética premium, la variedad Latte 920 produjo un 23% más de materia seca total en dos años, y al compararla con la genética commodity, la diferencia se amplía significativamente.
Sin embargo, el análisis de Gentos va un paso más allá, planteando la pregunta clave: «Lo importante es cuánta alfalfa realmente se convierte en leche». No toda la materia seca producida se convierte en alimento; lo que realmente cuenta es la «materia seca aprovechable».
La genética como motor de la rentabilidad del tambo
El mensaje final de Fabián Morales sintetiza la propuesta de valor de manera inequívoca: «en un mismo lote, con el mismo manejo… una sola diferencia: la genética».
Un aumento del 23% en la producción de materia seca, combinado con un mayor aprovechamiento animal, genera un impacto directo en el resultado final. Esto se traduce en un +30% de litros de leche por hectárea.
Para Gentos, la verdadera innovación surge cuando la máxima producción y el pastoreo se encuentran para generar más eficiencia y rentabilidad. El futuro de la alfalfa, concluyen, no se define únicamente en los centros de investigación, sino en cada tambo que apuesta a producir más con menos costo, convirtiendo la genética en una herramienta estratégica para el éxito del negocio lechero.