¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de elegir una semilla de alfalfa?

A la hora de planificar una siembra, debemos iniciar el proceso con anticipación. En ese marco, a demás de todos los trabajos preparativos para tener el lote en condiciones, una acción clave será la semilla. La Ing. Agr. Ainalen Carassai brinda detalles que debemos poner en práctica.

Para poder lograr una buena alfalfa, elegir la semilla ideal es un punto clave para lograr éxito productivo. En ese marco, la ingeniera agrónoma Ainalen Carassai, del INTA Rafaela, manifestó que “la semilla es un órgano vivo, portadora de un legado que va mucho más allá de su tamaño. En el campo, cada pequeña semilla de alfalfa encierra una rica historia de adaptación, selección y potencial que puede transformar radicalmente nuestros cultivos y, por ende, nuestras ganancias”.

En una nota que revivimos de lo que fue ExpoAlfa 2024, destacamos sus expresiones al momento de brindar su disertación. Para Carassai “es esencial tratarla con la seriedad que merece, como el insumo poderoso que es”.

La correcta elección de la semilla puede marcar la diferencia entre un pastoreo exitoso o un fracaso rotundo.

Siembra de alfalfa con Drone

¿Qué buscamos?

Para la especialista, a la hora de elegir una semilla de alfalfa, el primer paso consiste en definir claramente nuestra planificación forrajera. Entonces, manifestó que el productor debe preguntarse: “¿Qué propósito desea lograr? Esta decisión inicial te conducirá hacia el cultivar adecuado y al grupo de latencia ideal. Por ejemplo, si tu objetivo es establecer lotes exclusivamente para reservas, deberás optar por cultivos que tengan arquitectura de planta específica, como coronas achaparradas, y seleccionar grupos de latencia que se adapten a tus necesidades, quizás un grupo 6 o 7. Este tipo de planificación te permitirá maximizar la calidad y cantidad del forraje”.

Ahora, si el objetivo es pastoreo continuo, “hay que considerar un enfoque diferente, optando por cultivares que pertenezcan a grupos más altos, como el 9 o 10”. Sin embargo, es crucial ser reflexivo en esta etapa.

Explica: “muchas veces, en el camino hacia la eficiencia, podemos encontrarnos con alfalfas pasadas que no están bien gestionadas, lo que provoca la pérdida de cortes valiosos. Por ello, podría ser más prudente elegir un grupo 8 en lugar de los más ambiciosos grupos 9 o 10, ya que el exceso de madurez puede llevar a una caída drástica en la calidad del forraje, erradicando el beneficio esperado”.

El costo, uno de los factores más críticos

“Es fundamental entender que el precio no lo es todo. Si estamos en una cuenca lechera, debemos evaluar cómo la calidad de la alfalfa incide en la producción de leche. Una vaca en el tercer tercio de lactancia, con un peso de aproximadamente 600 kilos, puede levantar hasta 17 kilos de materia seca de alfalfa. Pero aquí es donde las cosas se complican: no todas las alfalfas son iguales”, aseguró.

En la continuidad, sumó: “si optamos por una alfalfa con un 65% de digestibilidad, que es bastante bueno, estamos hablando de 1,5 mega calorías de energía neta de lactancia. Multiplicando esta cifra por los kilos que levanta la vaca, obtendremos un número que, tras restar el mantenimiento, se traducirá en litros de leche disponibles. Todo esto va condicionado por el manejo: manejar adecuadamente una alfalfa con un 70% de digestibilidad podría ofrecernos hasta 1,65 mega calorías, permitiendo así incrementar la producción de leche a 25 litros diarios”.

Por lo tanto, dejó en claro que “la elección de la semilla es mucho más que un simple cálculo económico; se trata de mirar el sistema en su conjunto”. Lo que realmente importa es nuestra capacidad para producir más litros de leche o más kilos de carne.

Para lograr este objetivo, la semilla se convierte en un pilar esencial. La calidad, la producción y la persistencia de tu alfalfar dependen directamente de la elección.