ExpoAlfa Córdoba no fue un evento más, fue el punto de inflexión donde se presentó una visión estratégica y unificada para el sector alfalfero argentino. Se consolidó como una declaración de intenciones para transformar el potencial latente del cultivo en una potencia competitiva a escala global.
Hubo, a lo largo de las dos jornadas, una articulación de tres pilares que fueron pensados en post del objetivo planteado desde la organización en cada acción implementada “producir alfalfas de calidad”.
En primer lugar, la presentación de un plan de exportación con epicentro en Córdoba, diseñado para triplicar la presencia argentina en los mercados mundiales.
En segundo lugar, un contundente llamado a la excelencia productiva, brindado herramientas técnicas y tecnológicas que los productores pueden incorporar y que ayuden a perfeccionar los fundamentos del manejo.
Finalmente, la exhibición de una revolución genética en marcha, que promete desarrollar la alfalfa del futuro, adaptada a los desafíos productivos y climáticos del país.
Organizado por TodoAlfalfa, el evento logró marcar una agenda de trabajo clara y coordinada, estableciendo la hoja de ruta para que la «reina de las forrajeras» se convierta en un motor de desarrollo para la región y el país.
Mientras las charlas se desarrollaban en el SUM del CCC La Estación, en Pozo del Molle, a lo largo de 40 mil metros cuadrados y en el Salón del Hotel del Centro, empresas de maquinarias, semillas, de insumos y prestadoras de servicios se distribuían brindando diversas alternativas para el productor.
Una estrategia nacional con epicentro en Córdoba
El eje central de ExpoAlfa fue la presentación de un plan coordinado de exportación, una estrategia fundamental para capitalizar la creciente demanda internacional de alfalfa. La propuesta, detallada por el ingeniero José Brigante, presidente de la Cámara Argentina de la Alfalfa, establece un objetivo claro y ambicioso: triplicar el volumen de exportación para posicionar a Argentina como un líder indiscutible en el mercado global.
Para lograrlo, el plan identifica a la provincia de Córdoba como el «polo productivo alfalfero» del país. Se definió un triángulo geográfico estratégico, delimitado por las localidades de Villa María, Laboulaye y Río Cuarto, como el epicentro para concentrar la inversión, la industrialización y la logística.
Esta visión se formalizó durante el evento con la firma de un convenio clave entre la Cámara, el gobierno de Córdoba y Bancor. Este acuerdo establece un ecosistema de colaboración donde el gobierno provincial actúa como facilitador estratégico con beneficios impositivos, Bancor provee el capital de inversión esencial a través de líneas de crédito adaptadas. Además, el INTA y las universidades aportan el soporte técnico-científico para la mejora continua.
Para demostrar la viabilidad de la propuesta, se expuso un modelo de negocio tangible para grandes productores, basado en un proyecto en Laboulaye (Córdoba) de 1.000 hectáreas con los siguientes indicadores:
• Inversión: USD 4.600.000 (sin incluir el costo de la tierra).
• Producción Anual: 13.800 toneladas de alfalfa procesada.
• Rentabilidad: Recupero de la inversión proyectado en tan solo 4 años.
Sin embargo, este ambicioso plan financiero sería un mero ejercicio teórico sin una base productiva capaz de entregar el volumen y la calidad requeridos. Esta conexión crítica fue el foco de las jornadas técnicas del evento, que determinaron fundamentos sobre los que deben construirse las estrategias exportadoras.
Para materializar la visión exportadora, las Jornadas Nacionales de Alfalfa se enfocaron en dos frentes complementarios: por un lado, perfeccionar la ejecución de las prácticas agronómicas fundamentales y, por otro, adoptar la innovación genética de vanguardia que está redefiniendo el potencial del cultivo.
«Lo que ya sabemos, ¿lo hacemos bien?»
El especialista en forrajeras ingeniero agrónomo Juan Lus lideró un verdadero «examen de conciencia» para el sector, desafiando la búsqueda constante de la próxima «bala de plata» tecnológica. Su ponencia giró en torno a una pregunta retórica que resonó en todo el auditorio: «Lo que ya sabemos, ¿lo hacemos bien?».
Su argumento principal fue que el verdadero avance no reside en nuevas disrupciones, sino en la ejecución disciplinada y rigurosa de los fundamentos agronómicos conocidos desde hace décadas.
Detalló los «puntos innegociables» para el éxito de un alfalfar, poniendo el foco en dos áreas críticas:
• Salud del suelo: Subrayó la necesidad de suelos profundos, bien drenados y con un rango de pH crítico entre 6,5 y 7,0. Para reforzarlo, citó un hallazgo clave de Vance (1988), que demostró cómo la población de rizobios —esenciales para la fijación de nitrógeno— es abundante en ese rango, pero casi nula en suelos con pH de 5,8.
• Demanda nutricional: Cuantificó la masiva «Exportación de nutrientes» que realiza el cultivo. Una producción de 10 toneladas de Materia Seca por hectárea (Ms/ha) extrae del suelo 300 kg de Nitrógeno, 300 kg de Potasio y 35 kg de Fósforo, entre otros, exigiendo un manejo nutricional preciso.
El incumplimiento de estos fundamentos explica la enorme «brecha de rendimiento» entre el potencial genético (68.91 Tons/ha en un ensayo del INTA Gral. Villegas) y la realidad del productor (40.18 Tons/ha en henificación). Esta diferencia, atribuida a «ineficiencias de manejo», se puede cerrar.
Para ello, utilizó una poderosa analogía: es necesario «adaptar el camino al vehículo con el cual pretendemos correr», indicando que de nada sirve una genética de élite si no se le proveen las condiciones de suelo y nutrición que necesita para expresarse.
El salto genético: Creando la alfalfa del futuro
Complementando el llamado a la disciplina, la bióloga Valeria Arolfo (INTA Manfredi) expuso la revolución genética que redefine los límites del cultivo. Destacó la elección del cultivar como una decisión estratégica, donde el Reposo Invernal es clave para la adaptación.
Para guiar esta elección, recomendó la Red Nacional de Evaluación de Cultivares del INTA, herramienta fundamental para tomar decisiones informadas.
Arolfo presentó los avances concretos del programa de mejoramiento del INTA, desarrollados bajo un exitoso convenio de investigación público-privado con la empresa Palo Verde. Estas innovaciones ya ofrecen soluciones a desafíos específicos:
• AMAYA PV INTA: Enfocada en calidad forrajera. Incrementó su porcentaje de hojas multifolioladas del 6,7% al 77,7%.
• KUMEN PV INTA: Desarrollada para tolerancia a la salinidad, prospera en suelos de 8 a 22 dS m-1, abriendo nuevas áreas para el cultivo.
• MALTEN PV INTA: Con característica antiempaste, logra una reducción del 8% en casos de timpanismo moderado a severo durante el pastoreo.
• Limay PV y Traful PV INTA: Diseñadas con tolerancia a anegamiento, una solución para cuencas lecheras con napas freáticas cercanas a la superficie.
Además, delineó la nueva frontera tecnológica, explicando que el INTA adopta un enfoque multiómico (integrando Genómica, Fenómica y Ambientómica) y la Edición Génica para acelerar el desarrollo. Ya existen logros concretos como CRONOS, con floración retrasada, y COMPACTA, con crecimiento anti-vuelco. Esta excelencia genética, sin embargo, debe traducirse en rentabilidad, un puente que el evento construyó a través de casos de éxito comercial.
Del campo al puerto: Claves de negocio y casos de éxito
ExpoAlfa conectó la teoría técnica con la práctica comercial, demostrando a través de expertos y casos reales que la eficiencia y la calidad son el verdadero motor del negocio de la alfalfa, tanto en el mercado interno como en el de exportación.
Mientras que la ingeniera agrónoma Inés Brance Bonvini propuso un cambio de paradigma centrado en su afirmación: «No se trata de producir más pasto, sino de aprovechar mejor lo que tenemos». Expuso que el principal problema en muchos sistemas lecheros no es la falta de forraje, sino su desaprovechamiento.
Brance Bonvini cuantificó el costo de esta ineficiencia: un alarmante 60% del forraje producido queda en el campo como remanente sin ser cosechado. En el contexto de los sistemas lecheros, esta brecha representa una pérdida potencial de 407 USD por hectárea.
Para cerrarla, recomendó un manejo estacional diferenciado: en primavera, maximizar la calidad del forraje cosechado; en otoño, permitir que la planta acumule reservas en sus raíces.
Calidad, el pasaporte al mundo
La «mesa de casos de éxito» fue la prueba tangible de que la alta calidad es la llave para acceder y competir en los mercados de exportación más exigentes. Nicolás Maico y Guillermo Borrajo, de Nafosa, presentaron un argumento cuantitativo irrefutable:
• Eficiencia logística: Demostraron la superioridad de los megafardos, que permiten cargar 22 toneladas por camión frente a las 14 toneladas de los rollos, optimizando costos.
• Impacto económico: Una diferencia de precio de 40 USD por tonelada entre una calidad Premium y una Fair genera un beneficio adicional de 41.456 USD en una operación de 1.000 toneladas.
Su filosofía quedó encapsulada en una frase que resonó en el sector: «La calidad pesa. La calidad vale. La calidad abre puertas a nuevos negocios».
A su lado, Gabriel Olocco de Alfalfar narró la trayectoria de su empresa familiar, que evolucionó hasta convertirse en un exportador de 2.000 toneladas anuales. El punto de inflexión fue la inversión en tecnología con la compra de su primera megaenfardadora en 2009.
La lección fundamental compartida por todos los expositores, resumida en palabras de Olocco, fue «Entendimos que sólo no se puede», subrayando el espíritu colaborativo que hoy impulsa al sector. Esta visión estratégica y de calidad debe ser respaldada por la tecnología adecuada, el eslabón final de la cadena.
«La calidad pesa. La calidad vale. La calidad abre puertas a nuevos negocios»
El poder de los «fierros»
Si la primera jornada se centró en la estrategia y la producción, el segundo día fue la demostración práctica y dinámica de la tecnología necesaria para alcanzar esos objetivos. En el campo Mago, que trabaja la familia Michelutti, la teoría se convirtió en acción en un imponente despliegue de máquinas forrajeras sobre 25 hectáreas.
Allí, “los fierros” se mostraron en acción comenzó con el paso fundacional de la fertilización orgánica, exhibido por una masiva estercolera de 18.000 metros cúbicos. Le siguió la precisión de un drone DJI Agras T100 de la empresa NFM, mostrando las capacidades de la agricultura digital.
Luego siguieron máquinas segadoras y una picadora Magal abriendo paso al trabajo crucial de los rastrillos, que prepararon el material para una recolección limpia. La secuencia culminó con la confección sincronizada de rollos por parte de las rotoenfardadoras y el impresionante trabajo de una imponente megaenfardadora —el formato de exportación por excelencia— junto a una rotoenfardadora con encintadora para la producción de microsilos.
Un encuentro del conocimiento
También hubo espacio para un encuentro entre algunos profesores y estudiantes que participan de la primera Diplomatura en Alfalfas de Calidad. El teatrino fue el escenario para compartir un momento privado entre los participantes que pudieron asistir.
Con la intención de interactuar, conocernos cara a cara y dejar de lado el formalismo de cada sábado, se pensó esta opción con la finalidad de hacer de este espacio un encuentro de “amigos”.
Además, se anunció la segunda edición de la Diplomatura que se desarrollará de mayo a agosto del 2026 de manera conjunta con la UNVM y la UNL.