La primera jornada del Congreso Mundial de Alfalfa, en su cuarta edición tuvo su inicio con un análisis de la producción europea de alfalfa. Entre los disertantes, se destacaron Patrick Boone Director de Compras de Nutrición Animal en Arvesta y Cédric Letissier, Director de Ventas en Nealia, Grupo Vivescia,
Allí evaluaron el posicionamiento estratégico de la alfalfa en la nutrición animal. El objetivo fue examinar cómo este cultivo tradicional se consolida como una solución de alto valor ante las exigencias de la ganadería moderna, desde la nutrición de precisión hasta la sostenibilidad y el bienestar animal.

La versatilidad de la alfalfa la convierte en un ingrediente valioso en múltiples dietas, pero su idoneidad no es uniforme. Como destacaron los panelistas, el valor de la alfalfa se maximiza cuando su aplicación se adapta estratégicamente a las necesidades biológicas y de producción de cada especie animal. Esta especificidad es fundamental para comprender su rol en el mercado actual.
Las aplicaciones más destacadas según los expertos incluyen:
• Caballos: La alfalfa es descrita como una opción «natural» para esta especie. Sus cualidades intrínsecas, especialmente su alto contenido proteico y su perfil de azúcares, la convierten en un componente fundamental y lógico en la formulación de sus raciones.
• Vacas lecheras: En este segmento, la alfalfa se alinea perfectamente con la tendencia hacia la «nutrición de precisión». Su fibra de alta calidad es clave para garantizar la seguridad digestiva y el rendimiento, un factor crítico en explotaciones de alta productividad, especialmente aquellas que están adoptando masivamente la robotización.
• Gallinas ponedoras: La alfalfa contribuye directamente al bienestar animal, una demanda creciente en el sector avícola. Utilizada en formatos específicos, como pequeñas pacas, sirve como un elemento de enriquecimiento ambiental que mejora las condiciones de vida en las granjas.
Segmentarla permite crear una base para desarrollar una estrategia comercial en el mercado de la nutrición animal. Es que, más allá de ser un simple ingrediente forrajero, la alfalfa ofrece un conjunto de ventajas competitivas que responden directamente a las exigencias del mercado contemporáneo, como la sostenibilidad, la salud animal y la transparencia en la cadena de suministro.
Boone y Letissier destacaron las siguientes fortalezas fundamentales:
1. Fuente de proteína local y No OGM: En un mercado cada vez más sensible al origen y la naturalidad de los insumos, la alfalfa destaca como una fuente de proteína de origen local y no modificada genéticamente. Este atributo le confiere un valor añadido significativo y una ventaja competitiva frente a otras fuentes proteicas.
2. Fibra digestible y salud ruminal: La estructura única de su fibra de alta calidad es un pilar para la salud del rumen. Promueve una rumia adecuada, apoya la función ruminal general y, de manera crucial, ayuda a proteger a los animales contra desórdenes metabólicos como la acidosis.
3. Riqueza en nutrientes esenciales: La alfalfa es naturalmente rica en minerales clave como el calcio y el potasio, además de contener vitaminas esenciales. Su notable contenido en azúcares, en comparación con otros forrajes, mejora su palatabilidad. Este perfil nutricional actúa como un «impulso» para la salud general y la vitalidad de los animales.
4. Regularidad y consistencia del producto: Ambos panelistas, y en particular Cédric Letissier, subrayaron la importancia crítica de la consistencia. Para una vaca de alta producción (por ejemplo, 40 litros de leche diarios), es vital recibir una ración idéntica los 365 días del año para mantener su rendimiento y salud. La alfalfa procesada industrialmente garantiza esta regularidad, una ventaja decisiva frente a la alfalfa cultivada en la propia explotación, cuyas características pueden variar significativamente entre cortes.
5. Trazabilidad y origen: La alfalfa procesada cumple con los estrictos requisitos de certificaciones de origen, como las etiquetas de «Origen Francia», ofreciendo total transparencia y confianza a los ganaderos y consumidores finales.
A pesar de estas notables fortalezas, los panelistas también identificaron una limitación clave que requiere una gestión estratégica en la formulación de raciones de élite.
En la nutrición de animales de alto rendimiento, el balance energético de la ración es un factor determinante del éxito productivo. Por ello, cada componente debe ser evaluado no solo por sus fortalezas, sino también por sus posibles factores limitantes.
Los panelistas coincidieron en que el principal «punto a tener en cuenta» de la alfalfa deshidratada es su contenido energético. Para las vacas de muy alta producción (aquellas que alcanzan los 40 litros de leche), la energía se convierte en el primer factor limitante de la dieta.
El ideal teórico sería una alfalfa que combine un alto contenido de celulosa digestible y proteína con un nivel energético superior. Este desafío energético es el principal obstáculo a superar para maximizar su inclusión en las dietas más exigentes.
La gestión de estas características y la adaptación a las necesidades del mercado se logran, en gran medida, a través de la diversificación de los formatos en los que se presenta el producto.
La decisión de ofrecer alfalfa en diferentes formatos, como pellets o pacas de fibra, no es una mera cuestión de conveniencia logística. Responde a una estrategia de mercado bien definida para atender a segmentos de clientes y necesidades nutricionales completamente distintas. La diferenciación permite optimizar el valor de la alfalfa según el objetivo final de la ración.
Con la incorporación de tecnología, principalmente la robotización, en explotaciones ganaderas los cambios son notables y las innovaciones no solo ofrecen una mejora en la eficiencia, sino que redefinen por completo los requisitos nutricionales del ganado, abriendo nuevas oportunidades estratégicas para ingredientes funcionales como la alfalfa.
Esa robotización en los establecimientos lecheros generan escenarios favorables para la alfalfa de alta calidad, ya que cuando un ganadero instala un robot de ordeño, la producción por vaca tiende a aumentar significativamente, pasando de una media de 30 litros a 35, y con el potencial de alcanzar los 40 litros.
Para los especialistas, este salto productivo exige densificar las raciones, lo que implica un mayor consumo de alimentos (entre 3 y 4 kg adicionales por animal al día). En este contexto de intensificación, con animales que pasan más tiempo estabulados, la seguridad digestiva y la salud general se vuelven primordiales.
Es aquí donde la alfalfa, especialmente en su formato de fibra de calidad constante, desempeña un papel crucial al proporcionar la estructura y estabilidad necesarias para que los animales puedan soportar estas dietas más intensivas sin comprometer su bienestar.
